Desde que la pandemia por COVID-19 inició, Ezekiel Elliott la ha pasado mal en los emparrillados. Al ser uno de los running backs mejor pagados de la liga, "Zeke" ha sido señalado por su baja producción con relación a su alto sueldo.
En conferencia de prensa, Elliott indicó que toma nota de los señalamientos en su contra, pero no les presta atención porque solo atiende las indicaciones que vienen desde los Cowboys.
"Escuchas las críticas, pero lo que realmente importa sucede dentro de este edificio. Ellos no firman los cheques", explicó el egresado de Ohio State según el Dallas Morning News. "Entonces creo que no importa".
Los juicios que se hacen a Elliott son consecuencia de su pobre desempeño acarreando: 23 acarreos, 104 yardas y una anotación este año. Además, los problemas han sido una constante al considerar que 2020 fue su peor año como profesional al sumar 244 intentos, 979 yardas, seis anotaciones y seis pérdidas de balón.
Como si lo anterior fuera poco, hay que considerar que sus malas actuaciones se han dado después de que firmó un pacto de seis años y 90 millones de dólares (15 MDD por campaña) previo a la temporada 2019.
Solución a la mano
Mientras "Zeke" batalla en el backfield, Tony Pollard toma un rol cada vez más importante en la ofensiva de Dak Prescott. El running back egresado de Memphis acumula 123 yardas y una anotación en tan solo 16 carreras para un promedio de 7.7 yardas por acarreo.
A pesar de que el surgimiento de Pollard podría ser visto como un problema para el vestidor de los Cowboys, esto podría ser aprovechado por Kellen Moore. El coordinador ofensivo de Mike McCarthy podría apostar por un ataque terrestre en comité, aunque esto represente menores toques para Elliott en el año.
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