Es poco probable que en estos momentos Tom Brady esté pensando en parte de lo que sucederá el 3 de octubre, cuando regrese a Foxborough para enfrentar a los Patriots.
Es poco probable que la visita a los viejos terrenos donde comenzó a caminar dentro de la NFL sean culpable de las profundas ojeras que en estos días se le pueden ver al quarterback de los Tampa Bay Buccaneers.
Y digo que es poco probable, porque a pesar de todo el melodrama que rodea la noche de tributo que se vivirá ese domingo en Gillette Stadium, a Brady lo que por ahora le quita el sueño es ganar su próximo partido cuando viaje a Los Angeles para jugar contra los Rams.
Si bien es cierto que de vez en cuando Brady muestra su lado reflexivo y hasta sentimental, lo que semana a semana nos enseña es su espíritu ganador. Es el líder de todos los tiempos en triunfos con 266 y uno de sus más grandes deseos es despertar el próximo lunes con 267.
Pero si Tom Brady no está al pendiente en estos momentos de lo que ocurrirá el 3 de octubre, nosotros sí. Lo que pasará ese día será diferente al resto de todo los partidos que han transcurrido en la historia de la NFL. Por eso no importa si la liga hubiese programado la visita de los Buccaneers a Foxborough en Sunday Night, Monday Night, Thursday Night o hasta martes por la tarde como llegó ocurrir el año pasado cuando la pandemia del coronavirus trastornó la tradición de los horarios. Todos sin excepción estaremos al pendiente de lo que se desarrolle en Gillette Stadium. No hay mayor compromiso para esa noche que estar en frente de un televisor u ocupando un privilegiado asiento dentro del estadio que la leyenda de Brady construyó.
La anticipación con la que se vive la cita marcada en el calendario no es infundada. El folclor de la NFL está en sus grandes historias, en sus capítulos que de inmediato se vuelven clásicos. Brady tomó los controles de la organización deportiva con el peor porcentaje de victorias en el deporte estadounidense para construir la más grande dinastía. Los ciudadanos de Massachusetts lo reconocerán, aplaudirán la vuelta a casa de su gran hombre y además lo verán romper un récord que es probable permanezca por varios años.
Brady tiene hasta ahora 79.859 yardas por pase, lo que significa que necesita 500 para romper la marca de todos los tiempos de 80,359 que le pertenece a Drew Brees. Durante los dos primeros partidos de esta temporada, Brady ha promediado 327.5 yardas, por lo que si mantiene el ritmo estará rebasando la cifra de Brees en su esperado regreso a Gillette Stadium.
Cuando pise de nuevo el césped de su antigua casa, Brady no sólo querrá el récord de yardas, también la victoria. Si la consigue, el hombre de 44 años de edad que parece que nunca envejece para el juego, se estará convirtiendo en el cuarto quarterback en la historia con triunfos sobre todos los 32 equipos de la NFL, Brett Favre, Peyton Manning y Drew Brees lo hicieron primero. Es un raro galardón, pero Tom lo quiere todo.
La nostalgia y la historia se unen el 3 de octubre en Foxborough. Podemos imaginar lo que sucederá: el rugido de la multitud aclamando a Brady, los saludos que tendrá con los viejos colegas o su mentor Bill Belichick. La foto junto al dueño de los Patriots, Robert Kraft, su esposa e hijos siendo enfocados por las cámaras en repetidas ocasiones, incluso podemos tener pensamientos de lo que ocurrirá en el campo.
Pero si algo tenemos más claro, es que no nos vamos a perder nada de lo que pase ahí, porque son esas historias raras las que nos hacen amar el deporte.
Por ahora nosotros lo pensamos, Brady no, Brady como siempre, aguarda el tiempo perfecto para su momento.
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